La ciudad de
New York, protagonista de muchos cuadros de Richard Estes,
aparece como una ciudad ideal del Renacimiento. Casi siempre el paisaje
urbano es mostrado en otoño o primavera; todo en las escenas aparece milagrosa,
sobrenaturalmente enfocado, con una nitidez más cercana a la visión ideal del
cerebro humano –en el fondo, un constructo artificial, un concepto– que a la
del propio ojo o la cámara fotográfica. En palabras del propio artista: “El
ojo quiere ver de este modo. Cuando veo las cosas, algunas están enfocadas, y
otras desenfocadas. Pero no me gusta ver unas cosas nítidas y otras no; porque
esto evidencia demasiado lo que se supone que estas mirando, lo cual trato de
evitar. Quiero que el espectador mire a todas partes. Por eso –habla de sus
cuadros– todo está enfocado”
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